Sin Rumbo

Vacío, angustia, tristeza y soledad. Soledad que siempre me consuelas cuando la derrota me deja rendida, cuando el vacío aprisiona el alma y enmudece las palabras. Cuando no encuentro salidas y solo deseo correr ¿correr hacia donde? Si no sé donde voy. Si cuando un corazón se acerca demasiado, corro; si cuando la felicidad acaricia mi alma y la vida comienza a tomar sentido el fantasma del pasado me atormenta. Desconfío hasta de la sombra que el alba proyecta a mis pies. Y me hecho a correr para evitarle dolor, corro sin un rumbo fijo, entre bifurcaciones que me llevan a ningún sitio, allí es donde duele más. Pero las heridas en mi alma y en mi piel son radares que me alertan y me permiten observar con otros cristales la realidad que me rodea y comprender que a veces no todo es como creíamos ver. Y antes de caer al abismo de donde un día logre resurgir, huyo así no sepa donde ir. Y vuelvo al refugio de donde no debí salir. Mi corazón pende de un hilo, entonces vuelvo a ponerle la armadura, las cadenas y candados y esconderlo en el cofre de mi pecho. Shhhh Quédate silenciado, late despacio que nadie note tu presencia en mi. Yo pondré mi mejor sonrisa, me subiré a la cima más alta y en gárgola me convertiré. Y desde la cúspide de algún edificio de la gran ciudad en compañía de mi soledad seguiré adornando la vida de los que se dignen a alzar la mirada y verme allí posar, mientras siguen su camino hacia algún lugar.

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